08/10/2024 0 Comentarios
La creación de la ansiedad
El estrés, o distrés, es el resultado del agotamiento completo de nuestros sistemas de adaptación ante situaciones de peligro o tensión constante. Cuando el cuerpo ya no puede responder con las señales de alerta habituales, la persona puede sentir que se desmorona. La sensación es de colapso, de no tener fuerzas para seguir adelante, lo que deriva en un estado de postración física y mental del que es difícil salir.
El estrés, o distrés, es el resultado del agotamiento completo de nuestros sistemas de adaptación ante situaciones de peligro o tensión constante. Cuando el cuerpo ya no puede responder con las señales de alerta habituales, la persona puede sentir que se desmorona. La sensación es de colapso, de no tener fuerzas para seguir adelante, lo que deriva en un estado de postración física y mental del que es difícil salir.
Una situación de amenaza o tensión sostenida en el tiempo provoca síntomas como crisis de llanto, ataques de pánico, deseos de huir, comer en exceso, consumir drogas, nerviosismo, problemas físicos (como dolores de cabeza o estómago), temblores, entre otros. Vivir en peligro constante, aunque sea emocional o psicológico, conduce a lo que conocemos como estrés crónico.
Estrés y ansiedad: cómo reaccionamos
Cuando una situación de estrés se prolonga, nuestros mecanismos de defensa pueden verse superados. A partir de aquí, se abren dos caminos posibles:
Respuesta negativa: aparición de ansiedad disfuncional
En este escenario, la persona experimenta una sensación de parálisis: se siente incapaz de actuar, incluso si se le indica qué hacer. Este estado de inacción se acompaña de una sensación de opresión física, comúnmente en el pecho, lo que conocemos como angustia.
Ejemplo práctico:
Imagínate a alguien enfrentándose a una situación laboral muy exigente, con plazos apremiantes y un jefe que no le da apoyo. Esta persona empieza a sentirse incapaz de cumplir con las demandas, se siente cada vez más estresada y no toma ninguna decisión para cambiar la situación. Como resultado, su ansiedad aumenta, hasta que incluso fuera del trabajo siente opresión en el pecho, no duerme bien, y empieza a sufrir problemas digestivos. Se encuentra en un estado de parálisis, atrapada en la ansiedad.
En este tipo de respuesta negativa, la persona inhibe sus acciones o realiza conductas que no están alineadas con sus valores. Por ejemplo, puede aceptar tareas que no quería hacer por miedo a la reacción de los demás o actuar de una forma que genera más malestar. Esta contradicción interna alimenta la ansiedad, ya que la tensión creada no encuentra una vía de salida adecuada.
2. Respuesta positiva: manejo del estrés y eustrés
En este caso, la persona desarrolla una capacidad de adaptación que le permite sostener el estado de alerta el tiempo necesario para resolver la situación. Puede tomar decisiones que están en línea con sus valores y necesidades, lo que reduce la tensión y la energía acumuladas. Ejemplo práctico:
Un estudiante universitario se enfrenta a exámenes finales. Aunque está nervioso y estresado, organiza su tiempo, establece prioridades y pide ayuda cuando lo necesita. Como resultado, siente una dosis de ansiedad que le impulsa a estudiar y prepararse mejor, pero no lo paraliza. Al tomar decisiones alineadas con sus objetivos, la tensión disminuye después de realizar las tareas, y el estrés se convierte en algo útil, lo que se conoce como eustrés o ansiedad positiva.
¿Cómo surge la ansiedad disfuncional?
Cuando no logramos dar una respuesta adecuada ante una situación estresante, ya sea por miedo o porque va en contra de nuestros valores, se genera un estado de tensión interna. Esta tensión, al no liberarse, se convierte en ansiedad disfuncional. La emoción que en un principio debería habernos movido a actuar, en cambio, se transforma en inquietud y parálisis.
Por ejemplo, ante una situación amenazante, como un conflicto interpersonal, si no sabemos cómo responder o tememos hacerlo, nos quedamos atrapados en la duda. Esa indecisión nos mantiene en un estado de constante movilización interna que no se descarga en acción, lo que crea ansiedad crónica.
¿Cómo prevenir la ansiedad negativa?
La clave está en aprender a gestionar el estrés antes de que se convierta en ansiedad disfuncional. Si ante un estímulo estresante somos capaces de tomar decisiones acertadas y actuar en sintonía con nuestras necesidades y valores, la ansiedad se convierte en una herramienta útil para la adaptación. En este sentido, la ansiedad sana o eustrés es aquella que nos moviliza para resolver un problema y desaparece una vez cumplida la tarea.
Comentarios
Dejar un comentario