Psicólogos Igartua

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Las microagresiones

Las microagresiones hacen referencia a breves sucesos cotidianos, ya sean verbales, conductuales o ambientales (intencionados o voluntarios) que resultan ofensivos o van acompañados de insultos, desprecios o humillaciones de cualquier tipo (micro asalto, micro insulto y micro invalidaciones).

Las microagresiones hacen referencia a breves sucesos cotidianos, ya sean verbales, conductuales o ambientales (intencionados o voluntarios) que resultan ofensivos o van acompañados de insultos, desprecios o humillaciones de cualquier tipo (micro asalto, micro insulto y micro invalidaciones).

 


Los niños necesitan dos elementos clave para un desarrollo sano de su identidad; la capacidad de reflejarse en alguien que les transmita grandeza, perfección y validación, o identificarse y fusionarse con alguien que les genere tranquilidad y afabilidad. En definitiva, requieren ser reconocidos y admirados por sus cualidades positivas y poder reflejarse en una imagen parental idealizada.

 


El no reconocimiento, la invalidación y la falta de sintonización crean microagresiones que erosionan la mente infantil. Si no se cumplen estas premisas, el niño tendrá su identidad estructuralmente dañada y experimentará perturbaciones que pueden llevar a la depresión, hipersensibilidad, ansiedad, entre otros. Si la persona se deshincha o fragmenta en respuesta a los ataques recibidos a su valía, la herida narcisista se convierte en el centro del trauma psíquico, y la cronificación de estas ausencias lleva a heridas psíquicas.

 


La personalidad y el temperamento de los niños entran en conflicto con la psique de los padres, quienes se sienten desconcertados ante las necesidades emocionales y sensibilidades de sus hijos. Esto se debe a que se perciben como incompetentes e incapaces de lidiar con ellas.

 


Los padres deben aprender a gestionar el estrés en sí mismos y en sus hijos al decir no con tranquilidad, permitiendo procesos naturales de agitación que llevan a un ajuste después de superar el berrinche inicial. El no reconocimiento genera estructuras disociadas, sentimientos de poca valía y baja autoestima, mala regulación emocional, un modelo negativo relacional, debilitamiento del apego y formas de apegarse en la edad adulta.

 


Los padres sienten vergüenza y culpa, rechazan cualidades de sus hijos que encuentran intolerables en sí mismos, lo que resulta en el distanciamiento o la recriminación a sus niños, impidiendo así una relación saludable. Los niños intentarán ocultar estas partes inaceptables para ellos y los demás, dando lugar a las partes de "yo-malo" y "yo-no", con las cuales tendrán que lidiar durante su vida adulta.

 


La terapia y la relación terapéutica ayudan a crear confianza, a encontrar las partes que producen vergüenza para que puedan integrarse y lograr un crecimiento armonioso y coherente del yo. Aunque el adulto no registra conscientemente estos sucesos, intentan minimizar o no dar importancia a los eventos que les han causado daño, negando que sean situaciones impactantes y dolorosas. Este pensamiento les impide la sanación de su bienestar y su autoestima.

 


Los procesos reflexivos y el reconocimiento de estos encuentros dolorosos permitirán que la persona acepte y tenga una mejor versión de sí misma, comenzando a quererse y otorgándose valor. Para curar estas heridas, es necesario examinarlas y limpiarlas, aunque muchos pacientes lesionados prefieran no ver la herida debido al dolor que implica sanarla.

 

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